viernes, febrero 06, 2009

El VATICANO, BENEDICTO XVI, LA COMUNICACIÓN INSTITUCIONAL Y EL ASUNTO DEL "NEGACIONISMO DEL HOLOCAUSTO" del obispo Williamson

Copio este artículo de opinión de http://www.scriptor.org/. Un tema controversial que hay que aclarar
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Imagino que no tardará en ser estudiado este "caso" como un problema de comunicación o de incomunicación. En concreto, de comunicación o de des-comunicación institucional por parte de todos los "actores" (por no decir "los actantes") implicados. Escribo lo que sigue a regañadientes, a petición de un lector:

Entiendo que éste es un asunto más bien grave de comunicación institucional
-- del Vaticano, -- del mundo hebreo -dicho sea en general, para no señalar directamente a Israel como estado, o a su Rabinato, o a los rabinos de uno u otro lugar, etc.-, -- de diversos estados del mundo occidental -por no aludir directamente en solitario a Alemania, etc.-, -- de los periódicos que -como instituciones que también son- no quieren perder de la mano qué sea lo "políticamente correcto" en el ámbito público, etc.-- de la Fraternidad tradicionalista de San Pio X, etc.

Aunque se hable alegóricamente -como agraviantes, agraviados, chivos expiatorios, etc.- de personas concretas (Williamson, Merkel, y sobre todo de Benedicto XVI, etc.) a las que se adjudican esos u otros papeles en el asunto.

Lo que de modo explícito está ahora en juego es el "negacionismo" (prohibido en Alemania), término acuñado para referir revisionismos históricos, pero que prácticamente queda asociado en directo con el holocausto de judíos en cámaras de gas de campos de exterminio en la Alemania hitleriana de la segunda guerra mundial.

La historia breve del caso es ésta:

1) el Vaticano, en un gesto de Benedicto XVI, al final de la "semana de oración por la unidad de los cristianos", abriendo los brazos de la Iglesia al retorno de los obispos lefebvrianos ilegítimamente ordenados en 1988, levanta su excomunión.

2) la prensa levanta con gran escándalo tipográfico y polémico la noticia de que días atrás, Williamson había negado -en una entrevista registrada por una televisión sueca el 1 de noviembre del 2008 y difundida el 21 de enero 2009- el holocausto de judíos en cámaras de gas, etc.

3) Ante el escándalo, Williamson pide disculpas al Papa.

4) Al tiempo, algunos teólogos alemanes y suizos, Hans Küng entre ellos, critican al Papa (deberían haberlo hecho al Vaticano, al tratarse de una cuestión institucional) por "no calcular el efecto que iba a tener el revocar la ex comunión que pesaba sobre un obispo que ha negado públicamente el Holocausto".

5) Ese efecto se manifiesta inmediatamente en los medios de comunicación, dicho sea por resumir, en una apreciación de "pérdida de imagen" del Papa y de la Iglesia. Sobre todo, con las "exigencias" de la arrogante intervención pública de la Merkel.

6) La Santa Sede hace público, en un comunicado de la Secretaría de Estado (texto esp.), que
6.1.) el Papa Benedicto XVI desconocía (muchos
medios entrecomillan acusadoramente la palabra) aquella posición de Williamson "en el momento de revocar la excomunión".
6.2.)
Williamson debe retractarse de sus palabras inequívoca y públicamente si quiere seguir siendo prelado de la Iglesia católica.
6.3.) exige a la Fraternidad de San Pío X, fundada por el arzobispo cismático Marcel Lefebvre, que si desea ser reconocida por la Santa Sede
es "indispensable" que reconozca plenamente el Concilio Vaticano II.

7) El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi S.I., tras las peticiones de "claridad" en la postura del Papa, ha hecho la siguiente declaración:
"A propósito de nuevas peticiones de que se aclaren las posiciones del Papa y de la Iglesia católica sobre el tema del Holocausto, hay que recordar que el Papa ha expresado con mucha claridad su pensamiento sobre este tema
-- en la Sinagoga de Colonia, el 19 de agosto de 2005, en el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, el 28 de mayo de 2006,
-- en la sucesiva audiencia general del 31 de de mayo de 2006, y más recientemente al final de la audiencia general del 28 de enero pasado, con palabras que no dan lugar a equívocos.

En esta última ocasión dijo entre otras cosas: "Mientras renuevo con afecto la expresión de mi total e indiscutible solidaridad con nuestros hermanos destinatarios de la Primera Alianza, espero que la memoria de la Shoah induzca a la humanidad a reflexionar sobre el imprevisible poder del mal cuando conquista el corazón del ser humano. Que la Shoah sea para todos una advertencia contra el olvido, la negación y el reduccionismo...".El cardenal alemán Walter Kasper ha manifestado su preocupación por este agrio debate sobre la figura del Papa, hablando de "deficiente comunicación" y de otros "accidentes laborales" de este pontificado.

Son asuntos reales, que no se esconden ni escapan a la vista, si bien -a mi entender- no requieren tanto aire mediático apocalíptico (a no ser que se siga tomando al Papa y a la Iglesia como chivos expiatorios a los que cualquier ciudadano puede apedrear impunemente), sino más bien medidas profesionales de organización y comunicación a la altura del peso institucional que tiene la Iglesia en su apertura al mundo de nuestros días.

Un mundo -entre otras cosas- en el que los medios de comunicación tienden a estar en crisis, cargados de deudas y de problemas de audiencia (y de identidad), y recurren con frecuencia al escándalo como medio de captar audiencia e influencia, y con ellos, recursos publicitarios y económicos.

De todos modos, amén de esas medidas profesionales, esta cuestión institucional de la Iglesia requiere urgentemente -como pide el Papa a los católicos- del "acompañamiento de la oración de todos los fieles para que el Señor ilumine el camino de la Iglesia".

Sin esto último, los colaboradores del Pontífice -aun con todas las dotes de profesionalidad requeridas- no podrán ser de gran ayuda. En esto, la Iglesia no es una institución más entre otras tantas.

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ACTUALIDAD: CADA HOMBRE ES UN FILÓSOFO



"Los pensamientos son libres", dice una canción popular alemana. Se puede comprender que fue prohibido cantarla en el tercer Reich. Pero el mandato de "olvidarla", propio de un régimen totalitario, condujo solamente a cantarla con más entusiasmo, en la clandestinidad o, al menos, por dentro, en el propio corazón, es decir, en aquel lugar íntimo que no alcanzan las órdenes, y donde "los otros" no pueden entrar.

Somos libres para pensar por cuenta propia. Pero, ¿tenemos el valor de hacerlo de verdad? ¿O estamos más bien acostumbrados a repetir lo que dicen los periódicos y revistas, la televisión, la radio, lo que leemos en internet o lo aseverado por alguna persona, más o menos interesante, con la que nos cruzamos por la calle? Hoy en día, en muchos países parece que ha desaparecido la autoridad que dicta los pensamientos, la censura. Pero lo que hallamos en realidad, es que aquella autoridad ha cambiado su modo de obrar: no se vale de la coerción sino tan sólo de una blanda persuasión. Se ha hecho invisible, anónima, y se disfraza de normalidad, sentido común u opinión pública. No pide otra cosa que hacer lo que todos hacen.



¿Somos capaces de resistir a los tiroteos constantes de este "enemigo invisible"? Hemos aprendido a ejercer nuestra facultad para discurrir y discernir? Pensar es, sin duda, una gran cosa; pero es ante todo una exigencia de la naturaleza humana: no debemos cerrar voluntariamente los ojos a la luz. ¿Estamos dispuestos, en definitiva, a ser o llegar a ser "filósofos", a entusiasmarnos con la realidad y buscar el sentido último de nuestra vida?


El Papa Juan Pablo II afirma algo que parece atrevido a primera vista: "Cada hombre es, en cierto modo, filósofo y posee concepciones filosóficas con las cuales orienta su vida" [1]. ¿Qué quiere decir esto? Un profesor de química, un ama de casa, un taxista, una ministra, un campesino, una artista, un futbolista, ¿todos ellos pueden ser filósofos?


Lee el documento completo: Cada Hombre es un Filósofo